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Caminar a oscuras…

Por Alberto Morales Gutiérrez

Esa imagen satelital que muestra a la península ibérica totalmente a oscuras y que se difundió ampliamente el día del apagón del 28 de abril, era una imagen generada desde la sórdida oscuridad del universo informático. Una imagen falsa, que se convirtió a su vez en la expresión rediviva de la lógica con la que se mueve el mundo de hoy: la oscuridad verdadera se impone con imágenes de oscuridades falsas.

El corte eléctrico intempestivo y aún no explicado debidamente, afectó a más de 50 millones de personas que vivieron grandes dificultades en las telecomunicaciones, los sistemas de transporte, los servicios de salud, entre muchos otros más.

A su vez, la totalidad del mundo restante miramos esa penumbra como un caso fortuito y externo a nosotros; un caso que ocurrió por fuera de nuestras fronteras y alrededor del cual aún estamos haciendo todo tipo de especulaciones. Es evidente que ni siquiera intentamos hacer la más mínima consideración sobre nuestras propias sombras. No somos capaces de hacerlo. Desde siempre, ha sido mucho más fácil ver las oscuridades en el ojo ajeno.

La verdad es que la opacidad cubre hoy todo lo que nos rodea: la ética, la moral, la política, las finanzas, los negocios, las relaciones, el conocimiento, las comunicaciones, los medios, la justicia, los gobiernos, ¡todo!

Hay un agravante: caminamos a ciegas con la certeza íntima de que la tenebrosidad no existe, y nos movemos como si lo lóbrego de la existencia que atravesamos, fuera un paisaje luminoso en el que nada está ocurriendo.

Es una especie de paradoja de la inconsciencia. Somos absolutamente incapaces de aprender de las lecciones de la historia: el período del oscurantismo en la edad media, originado por el fanatismo religioso y su estela de barbarie; el Holocausto nazi, Hiroshima y Nagasaki arrasados por la bomba atómica; las dictaduras y sus excesos: Idi Amin, Mobutu y Oriang, Trujillo, Somoza, Duvalier, Ceausescu, Videla, Banzer, Pinochet, en fin (la lista es larga); el odio racial, la xenofobia, la aporofobia, la corrupción; el extremismo religioso, las noticias falsas, la desinformación, los feminicidios crecientes, la persecución a quienes son diferentes a nosotros. No solo somos ciegos, también somos sordos. Todo está ahí, vibra ahí a nuestro alrededor y nada parece inmutarnos.

Aunque no lo reconocemos y tal vez no lo sabemos, hay de nuestra parte una evidente complicidad con todo esto que hace inviable a nuestra sociedad. No tenemos el valor de pensar en lo desastrosamente alto que es el precio de nuestro silencio.

Es una incapacidad de aprender que raya en la demencia colectiva. Ayer nada más, con la pandemia del covid-19, imaginábamos que saldríamos de ese túnel con una revitalización de nuestra humanidad maltrecha. Seríamos seres más conscientes, solidarios, fraternos.

Lo que  imaginamos no fue cierto. Ya todas esas reflexiones hacen parte del pasado. Nos transformamos en una enorme tribu amnésica, no solo actuamos como si nada hubiese ocurrido, sino que nos movemos como si nada estuviera ocurriendo.

Tal vez, como nunca antes, el pensamiento crítico fue más necesario, más urgente, más requerido, más exigente.

La historia nos enseña que el pensamiento crítico requiere de mucho valor, pues se trata de un ejercicio en el que se nada contra la corriente. Las presiones son inconmensurables, los rechazos inmensos, las burlas abundantes, los riesgos permanentes.  

Un caso emblemático del pensamiento crítico es el ejercicio intelectual del canónigo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543). Con tan solo 24 años ya hacía parte del cabildo catedralicio de la arquidiócesis de Varmia. Estudioso, brillante, silencioso, fue fundamentalmente un científico: matemático, astrónomo, economista, traductor (fue también un avezado políglota). A los 47 años desarrolló su “teoría cuantitativa del dinero” a partir de la cual se construyó lo que hoy se denomina como la “Ley de Gresham” que hace referencia a la tendencia que tienen los clientes de pagar con moneda débil y ahorrar con moneda fuerte. Pero su trascendencia se debe a su extraordinario texto “Sobre las revoluciones de las órbitas celestes” que ha sido reconocido como uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la ciencia. En él explica con rigor la consistencia de la teoría heliocéntrica. El tema ocupó los últimos 25 años de su existencia. Copérnico murió pocos meses después de que su libro fuera publicado.

Sostener que el planeta tierra no era el centro del universo y que además no era estático, significaba apartarse de todas las “verdades” consignadas en la Biblia y los postulados defendidos por la Iglesia católica. Esas verdades que hacían parte fundamental de la fe en la que él había crecido y había sido formado. Copérnico se apartaba de manera categórica de ese postulado que constituía además el relato dominante en los tiempos del oscurantismo.

Violet Moller afirma que tal teoría alteraba de manera radical el lugar de los seres humanos en el universo. Aceptarlo “exigía un esfuerzo psicológico y emocional enorme”. Martín Lutero afirmó colérico: “…el muy loco pretende poner patas arriba todo el arte de la astronomía, pero las Sagradas Escrituras afirman (Jos 10,13) que Josué mandó parar el Sol, y no a la Tierra.”

La Iglesia católica estaba más horrorizada aún. Hubo de transcurrir un siglo después de su publicación, para que esta teoría empezara a ser aceptada por el mundo científico y por la sociedad, aún a riesgo de que la Inquisición lo incluyera en el fatídico listado de los libros prohibidos y solo lo “liberara” en 1835.

Dudar, apartarse de las certezas que nos enajenan, es una condición esencial del pensamiento crítico. El eclecticismo, por ejemplo, es un ejercicio intelectual que se aparta de las verdades reveladas e inamovibles. Empédocles y Anaxágoras en el siglo II a. C, sustentaron este modelo reflexivo. Pero es tal vez Marco Tulio Cicerón en Roma, en el 60 a. C quien se destacó como el ecléctico por excelencia. 

Tener “la verdad”, ejercer la certeza total, no solo nos estanca sino que nos impide pensar. La duda es una herramienta de libertad. Solo desde la duda es posible empezar a pensar en medio de la ocuridad.

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19 respuestas a «Caminar a oscuras…»

Es paradójico que el gran desarrollo científico y tecnológico que caracteriza a la civilización actual no se refleje en un gran desarrollo político, social, económico y humanístico que nos permita a todos los habitantes del planeta Tierra un mejor vivir, bajo un cielo más luminoso y diáfano, sino todo lo contrario. Muy negros son los nubarrones que nos cubren. Guerras y conflictos permanentes; cambio climático que amenaza con arrasar la vida en el planeta; enorme concentración de la riqueza en un puñado de archimillonarios cada vez más codiciosos, insensibles e insensatos; regímenes políticos excluyentes,oligárquicos, corruptos y dictatoriales; medios de comunicación absolutamente sesgados, tendenciosos y mentirosos al servicio de los grandes conglomerados económicos y empresariales; y, en fin, una deshumanización tan extrema que permite que un puñado de criminales sionistas, al amparo de la Primera Potencia Mundial, perpetre un execrable genocidio contra un indefenso pueblo al que está exterminando de la manera más infame. Nos estamos convirtiendo en una sociedad global apática, superficial, grotesca, insolidaria, embrutecida, insolidaria, robotizada, e inviable. Es una desgracia lo que se cierne sobre nuestros hijos, nietos y generaciones futuras. Los Trump, los Macron, los Putin, los Netanyahu, los Musk, y toda esa horda de codiciosos y criminales bandidos que hoy gobiernan el mundo, son una calamidad.

Absolutamente de acuerdo. La imcertidumbre actual hizo que la debacle actual de acentuara y los presagios se reducen a expectativas descabelladas…..ya ni los entes de control del Estado; ejercen con objetividad el pensamiento crítico por estar atornillados en esos cargos permeados por la corrupción y las guerras y los golpes de todo tipo.

estamos a oscuras, increible que en pleno siglo 20 con toda la tecnologia que tenemos, vivamos a oscuras, pero se oscutantismo en el que vivimos es de pensamieto, de razonar, de contrvertir, de verificar y ojala a prueba de idotas.
lamentablemente esa misma avalancha de informcion aperezo las mentes, ya no se va a una bliblioteca ya no se hace un resumen, solo se deja a lo que digan tal personaje o tal politico o tal medio y eso es palabra de Dios.
ya no es como dijo antonio machado y que canto serrat se hace camino al andar ahora no se anda, se siguen los caminos que trazan
un abrazo

Me encanta la referencia a Lutero por ser justamente el padre del miedo que habita en sus oscuridades actuales y los lleva a querer matar a todos los diferentes y también a los seguidores de Josué que son los mas ciegos por esa certeza de controlar hasta los cielos..!

Y para el momento en Colombia si que vale el uso de la duda, implica mucha independencia de pensamiento. Gracias Alberto.

Me impresiona el hecho de que muchos luego de salir de la oscuridad regresen a ella. A lo mejor se sienten más cómodos, esa luz oscura parece convenirles. Para muchos es cuestión de adaptarse a las sombras de la caverna: una luz a medias, protectora, útil, discreta: la luz tenue del condominio, del refugio: apago y observo…

Hola Juan Fernando. Creo que esa luz oscura a que te refieres está figurada por el espectro de las creencias. Nuestras creencias que son a su vez nuestras verdades, nos obnubilan. Somos incapaces de vivir por fuera de ellas.

El ser humano siempre ha vivido en la oscuridad: Espiritual, académica y científica (verdad de hoy mentira de mañana) política, económica , ideológica entre otras cegueras
Pero es comprensible que sea así al fin y al cabo el ser humano es falible “débil de inteligencia y de reflexiones falsas algunas veces”

Lo que es incomprensible y reprochable son los seres que habitan en la oscuridad y sus actos son oscuros y opacan a otros deliberadamente confundiendo y manipulando. A eso hay que temer!

Por eso hay que dudar y reflexionar para no “tragar entero” cómo se dice en el lenguaje popular

El eclecticismo es una buena postura pues incita al pensamiento crítico

Gracias Carlos Arturo por tu lectura y comentario. El pensamiento crítico, tomar distancia es un acto subversivo y libertario. Hay que impulsarlo, ejercerlo, buscarlo. Siento que por ahí debe empezar un Proyecto Humanidad.

Es triste pero la existencia del ser humano ha cambiado el intelecto porque lo.puso a su exclusivo servicio y cada cual hemps venido haciendo lo mismo, casi desde el homo sapiens. Nuestro paleocerebro ya trae esas perversas consignas que cada día, a medida del desarrollo se incentivan mas y crecen más. El cambio profundo que se requiere en nuestro pensamiento es utópico.

Hernán hola. Pienso que las utopías han sido el motor de la transformación de las sociedades a lo largo de la historia. El Renacimiento parecía una tarea imposible, pero sucedió. No pierdo la fe. Abrazo

Ufff! Su columna don Alberto y todos los comentarios me dejan con la duda terrible de si seremos capaces de trascender en estos tiempos de absoluta oscuridad! Tenemos pensamiento crítico y seguramente muchos allegados verán esas críticas, pero ante este panorama dudo podamos enmendar en algo el haber dejado a tanto líder siniestro cooptar tanto espacio por acción u omisión.

Hola Helena. Gracias por tu aporte. Es un escenario complejo, es cierto. Me aferro a la idea de que la humanidad ha sabido responder en los momentos más críticos.

Hola Alberto

Gracias por este bello texto con tan necesaria reflexión, hay que seguir con el “ejercicio en el que se nada contra la corriente”

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