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De miserias y de miserables…

Por Alberto Morales Gutiérrez

El hombre miraba al suelo y tenía un caminar lánguido; todo en su figura transpiraba escasez. No parecía tener prisa y ni siquiera aceleró el paso cuando empezó a llover. Imaginamos que se dirigía a alguna finca cercana. Bajábamos de Aguadas hacia Medellín y lo encontramos en la carretera. Si la lluvia no se hubiera desatado es probable que quien conducía no hubiera pensado en él. Se detuvo en seco, abrió la ventana y lo invitó al carro. “¡Venga para que no se moje!” – le gritó- . Él se montó con gratitud verdadera, con gratitud agradecida, con gratitud emocionada, y nos dijo que iba hasta La Pintada, que nuestra presencia era un milagro, que venía rezando en silencio pidiendo que algún vehículo lo recogiera. Su cálculo era que, de seguir caminando, tardaría diez horas en llegar. Se llamaba Fernando Ramírez.

Cuando hablamos de él después de que se bajó, hicimos cuentas y descubrimos que su pretensión era recorrer a pie los 35 kilómetros que le faltaban.

Era un hombre mayor, claro, pero su edad era indescifrable. Entonces, al relatarnos el origen de su viaje a pie, se abrió para nosotros la compuerta de una realidad desgarradora en la que muy pocas veces pensamos: la realidad de la pobreza extrema; la realidad de la miseria en la que viven millones de personas en este país, pero también la realidad del comportamiento miserable de mucha otra gente.

El Anuario Estadístico de CEPAL, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en su versión de 2023, presentó a Colombia como uno de los países con mayor pobreza extrema en la región. Es, de hecho, la tercera nación con el porcentaje más alto. El dato destaca que 15 de cada 100 colombianos viven en esta condición.

Colombia, gran campeona en la inequidad, ocupa el quinto lugar con la mayor tasa de desempleo. La cifra es clara: 13 de cada 100 colombianos no lo tienen. Son cuatro puntos por encima del promedio de porcentaje de desempleo estimado para América Latina, por esa entidad.

Colombia (en datos de 2022) es, adicionalmente, el segundo país más desigual de la región y el séptimo más desigual del mundo.

En términos monetarios, esa pobreza extrema se da cuando la persona no alcanza a recoger ni siquiera $198.698 mensuales para sobrevivir. Esto quiere decir que no alcanza a recoger en el día $ 6.623. Fernando es uno de ellos.

Vive en una vereda cercana a Támesis. Lleva toda su existencia en el campo, ya recogiendo café, ya “echando rula” (limpiar terrenos con un machete grande) o regando abono. Hay muy poco trabajo para personas de su edad.

Habló en días pasados con un señor que compró una finca en la vereda y lo citó a Aguadas para darle un trabajo. Que lo esperaba allá ese día de abril para que recogiera café. Fernando aceptó la invitación con alegría. ¡Por fin! -se dijo-

Ha de haberse gastado todos sus recursos en este viaje, cuyo costo en bus no supera los $20.000. Es un cálculo, desde luego. De Támesis a Medellín se va en bus por $ 18.000 pesos – que es la tarifa más económica-. En un bus más cómodo puede llegar a costar entre $25.000 y $32.000. Con Fernando no hablamos de eso.

Lo cierto es que llegó puntual y el hombre que le ofreció el empleo le dijo sin inmutarse que, para empezar, le daría la alimentación y un espacio para dormir, mientras veían cómo se comportaba. Ahora, si su gestión de recolección de café resultaba satisfactoria, entonces le pagarían $500 pesos por cada kilo.

Fernando quedó sorprendido. En las otras fincas pagaban $1.500 por kilo. No era una buena propuesta. Sintió que su sueño se había desbaratado. Lo estaban condenando “a trabajar solo por la comida”. Le dijo al hombre que gracias, que él mejor se regresaba para Támesis.

Se había gastado todo su dinero en ese viaje. No tenía para regresar. Le dijo al hombre que si podía darle para los pasajes de regreso y el hombre, en tono condescendiente, le dijo: “hombre Fernando, pero cómo te voy a dar un dinero que no te has ganado, ¿no ves pues,  que no aceptaste el trabajo?”

El hombre que lo invitó a Aguadas y le hizo esa propuesta, es un miserable. Ese tipo de sujeto cuya “superioridad” se refleja en la manera infame como se aprovecha de los otros, la manera como los engaña para su beneficio. Actúa siempre con premeditación. Sabe escoger cuidadosamente a sus víctimas. Solo las aborda cuando tiene la certeza de que ellas no podrán defenderse. Un auténtico hijo de puta.

Los miserables son, por principio, deshonestos, son avaros, la canallada no solo les da “felicidad”, sino que define la manera como se mueven por el mundo.

Nos conmovió la reflexión de Fernando cuando relató el argumento que le expuso el miserable para no pagarle el pasaje: “hasta razón tenía…”

Y entonces, tomó la decisión de regresar a pie. No tenía otra alternativa. Sabía que tardaría un día en llegar a La Pintada. Dormiría allí, en la calle y, al otro día, emprendería el camino a Támesis. Regresaría con su dignidad intacta. Esta era una dificultad, claro, pero él sí que sabía de dificultades.

Hablamos de su vida. No tuvo hijos ni compañera. Que nunca le convino el matrimonio, pero le pesa la soledad de la vejez. Se le fue la vida trabajando.

Cuando se bajó en La Pintada, quien conducía el carro le dio para el pasaje  a Támesis y que comprara algo de comer. Él no podía creerlo.

Entonces, cuando salió caminando y lo vimos desde atrás, entendimos aún más la dimensión de su pobreza. Adherido a su espalda estaba un morral tan delgado como él, virtualmente vacío. No se podía presentir nada adentro. Y ahí, en ese morral, estaban todas “sus pertenencias”. Había viajado únicamente con ese morral, para instalarse en la finca en donde soñaba con empezar a trabajar.

Víctor Hugo en “Los Miserables”, su formidable novela de 1862, hace una afirmación que parece sintetizar los dolorosos saberes de Fernando: “… aprendió cómo se vive sin fuego en el invierno, cómo se ahorra la vela comiendo a la luz de la ventana de enfrente”. Sí, eso es lo que Fernando sabe.

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24 respuestas a «De miserias y de miserables…»

Muy bueno Alberto que nos recuerdes que esa realidad existe ahí cerquita. Que común es eso de aprovecharse del más indefenso porque saben que no puede defenderse, más aún cuando tiene años de indefensión aprendida. Respeto al ventajista que con ingenio le saca tajada al poderoso, el que se la saca al pobre es pura escoria.

Hola María del Mar. La condición del miserable es repugnante. Un abra

Si, una cosa es la pobreza y otra la miseria.
Hay ricos miserables.
Con la pandemia aprendí que hasta el mas inofensivo vecino se convierte en el mas letal dictador.

Hola Eduardo. Las canalladas cotidianas de los miserables dan asco. Gracias por leer.

Y aún hay personas que se pronuncian en contra de otorgar un subsidio a personas como Fernando Ramírez, víctimas de miserables y sin oportunidades reales de un trabajo digno. Nos queda grande la grandeza, la solidaridad, la empatía..

Tienes toda la razón Sandra: Nos queda grande todo lo que se parezca a la moral y a la ética. Gracias por leer. Un abrazo

Muy buena síntesis de la vida de los recolectores de café,de los de algodón,de los de maíz….de los que no poseen más que ” el día y la noche” y un par de manos para lograr un mal pago trabajo…..por estos días los Caficultores en crisis, Sacan a la luz Pública…sus penurias..!!!

Buenos días Miguel. Sí, es el drama de los campesinos sin tierra. Gracias por leer y comentar.

Alberto los miserables en ese año permaneció en los teatros europeos todo temporada y las siguientes; con diferentes grupos que pusieron en escena el trabajo de la gran memorable novela. Las denuncias como la de este reconocimiento al campesino que regresó a Tamesis con su digna existencia. Amo la humildad pero sin que se le confunde con la arrogancia de LOS MISERABLES.

Hola Juan. Es una gran novela, es cierto. El caso que relato me tiene conmovido y agradezco mucho tu lectura y comentario.

Ese es el fiel reflejo de una colombiia miserable, egosita, intolerante uy carente de solidaridad, en los campos en las ciudades y ojo mire las fechas los datos no es de ahora hace dos ñaos como dicen los que ya no estan el poder robando y saquendo es de años muchos años atras
ojala mi colombia cambie y debemos empezar por nosotros saber elegir basta ya de bandidos viviendo del estado

Es cierto, Jesus, estas mezquindades y estas inequidades nos reflejan. Muchas gracias por leer y comentar.

Leyendo su artículo, más HP aún me parecen quienes como el seudoperiodista Luis Carlos Vélez, tratan de esgrimir los más bajos argumentos para criticar la ayuda que en su reforma pensional, quiere dar el gobierno a estas pobres personas que no tienen en qué caerse muertos!!!
Cuanto odio deben guardar estos corazones que no conciben un mínimo de bienestar hacia su prójimo, amparados en ser opositores a un gobierno.

Hola María E, muchas gracias por tu lectura y comentario. Comparto contigo la idea de que el señor Vélez es de una estulticia patética.

Dramática y patética la vida del señor Fernando Ramírez, como lo es también la de millones de colombianos que viven en la pobreza y miseria extrema. Colombia, como bien lo dijo Virginia Vallejo, en su libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, posee la clase dirigente más miserable de América Latina, la más expoliadora e insensible, la más excluyente. Colombia es hoy un país con más de 30 millones de pobres y de ellos más de 10 millones en la pobreza extrema; el índice Gini nos indica que somos uno de los países más inequitativos del mundo. Desde los comienzos de la Primera República hemos sido gobernados por una élite oligárquica soberbia, egoísta, desalmada, insensata, avarienta y codiciosa que solo busca saciar su sed de riqueza a costa del sufrimiento, el hambre y la miseria de las inmensas mayorías. La voracidad por el dinero de esa casta dominante no tiene límite, como tampoco, el desprecio e insensibilidad que muestra hacia el pueblo del cual se nutre…y soberbios, egoístas y MISERABLES, son no sólo grandes banqueros como Luis Carlos Sarmiento Ángulo y detestables políticos como Álvaro Uribe Vélez, sino también una horda de lavaperros como Carlos Antonio Vélez y su cretino hijito Luis Carlos.

Hola Edgar. Comparto tu indignación. Te agradezco mucho por leer y comentar.

El que no vive para servir, no sirve para vivir…y puedo dar fe de que la plata en los bolsillos, si no tiene una función social no es motivo de satisfacción. Infortunadamente, la gente de bien poco piensa de compartir lo que se consigue…mucho avaro y miserable, en contra de las políticas sociales del gobierno. Esos miserables son los únicos con privilegios basados en el abuso del poder y de clase. Todo esto es lo que hemos cohonestado por acción u omisión .

Comparto contigo, Helena, el hecho de que la inequidad se ha naturalizado y es cierto que hemos cohonestado por acción u omisión. Muchas gracias por leer y comentar.

Muchos de nosotros, bueno los de mi clase social, ” gente de bien”, nosotros no, bueno, -creo que somos distintos por fortuna!!-, creen que los que son como Fernando son “unos vagos brutos que nunca han servido para nada” o si no que me contradigan.
La miseria es muy verraca y en Colombia hay dos millones de ellos que viven con menos de un dólar al día o menos.
Pero eso parece no importar.
Al gobierno, sí

Este tema de la pobreza extrema es grave y es delirante Juan Fernando. Muchas gracias por leer y comentar.

Esa pobreza la vimos hace años cuando ibamos e esos barrios, pero creo que ha empeorado. Da rabia ver sere humanos así y msscotas bien vestidas. Y a eso hay que agregarle los ” pobres vergonzantes” petsonas que viven en casas gigantes heredadas, pero tienen que buscar comida en los comedores comunitarios y no tienen ni para pagar servicio públicos. Aquí en Bogotá se ven mucho en los barrios de tradición. Excelente artículo e invitación a pensaren muchos a nuestro alrededor y nosotros mondos y lirondos. Un abrazo

Hola Hernán. Me gusta verte por aquí. Pienso que estamos tan inmersos en nosotros mismos que tenemos dificultades en ver lo que describes. La insensibilidad nos define. Tu invitación a mirar alrededor nuestro es no solo sensata sino urgente. Abrazo. Gracias por leer.

Sufrimos como pueblo por la ignorancia que nos caracteriza ya que le paramos mas bolas a un partido de fútbol o a un reality que a leer un buen libro o estar permanentemente estudiando formas de salir del atraso en que nos tienen los MISERABLES explotadores, burócratas y medios de comunicación vendidos al sistema capitalista y corrupto que lo que hacen es hacer el papel de FORMADORES DE OPINION y no el de informadores éticos, veraces y objetivos como debe ser el oficio de un buen periodista.

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