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Dejad que los niños vayan a ellos…

Por Alberto Morales Gutiérrez

Un tal Timothy Alan Livingston, de tan solo 36 añitos, ingresó el pasado 28 de marzo con dos niñas menores de 14 años a un hotel, el Gothan, en el barrio El Poblado de Medellín. Estaba feliz. Había llegado desde los Estados Unidos a degustar lo que él consideraba que eran las mieles del turismo sexual. Lo atraparon, pero unos policías “comprensivos” lo dejaron ir. Otro caso rutinario.

Se armó un escándalo. El gringo huyó a su país. Se abrió investigación a los policías comprometidos en el caso y las autoridades municipales, indignadas, decretaron que a partir de la fecha, se prohibía la prostitución infantil en el sector. Agregaron una campaña en el aeropuerto con mensajes que se entregan a los turistas, diciéndoles que cuidadito con sus malas intenciones en nuestra ciudad, porque serán castigados.

Es sabido que al gringo lo andan buscando por todas partes y, cuando lo encuentren (si lo encuentran) el caso se declarará resuelto. Claro que eso no será cierto.

Los temas del turismo sexual, de la explotación infantil, del gran lupanar en el que se ha convertido nuestra ciudad, tienen que ver con un negocio de dimensiones tan descomunales y que compromete tanto dinero y tanta corrupción, que está a años luz de ser resuelto. Es, además, un fenómeno global de grandes proporciones.

El putero en general realiza una actividad perversa y despreciable, es cierto, pero el putero pedófilo es decididamente repugnante.

El caso de Jeffrey Epstein tuvo y sigue teniendo gran resonancia, por el carácter encumbrado de sus clientes, la sofisticación de los servicios que ofrecía, los lujos de sus prostíbulos y el entramado de su comercialización de servicios sexuales, en el que menores de edad constituían su “propuesta de valor”. La corajuda demanda de Virginia Roberts Giuffre en 2015, significó el principio del fin de su imperio. Epstein se “suicidó” estando en prisión en agosto de 2019.

Asociada a este sonado caso, resulta vergonzosa la cadena de negociaciones con sus víctimas y el sinnúmero de indemnizaciones que pagaron senadores, empresarios, actores, aristócratas, príncipes, innovadores, millonarios, gente “de bien”; acorralados por las evidencias que reflejaban el nivel de descomposición de sus vidas “exitosas” y sus enfermizas prácticas sexuales. Hechas las “negociaciones”, todos ellos se transmutaron en ciudadanos inocentes.

La compra y venta de niños y niñas a lo largo y ancho del mundo, para ser utilizados con fines sexuales, tanto como cooptados por la industria de la pornografía infantil, integra una masa crítica que supera el millón de menores al año. Una cifra impresionante.

Los criminales los ingresan “por la fuerza o mediante engaños, se les priva de sus derechos, de su dignidad, de su infancia”. Son niños y niñas condenadas “a la forma más peligrosa de trabajo infantil, amenaza su salud mental y física y atenta contra todos los aspectos de su desarrollo”. Una infamia por donde quiera que se la mire.

Otro dato escalofriante asociado a este tema, tiene que ver con el hecho de que el 70% de los estupros practicados contra niños en América Latina, ocurren dentro del ambiente familiar.

Muchas de las investigaciones realizadas coinciden en afirmar que si bien este tipo de maltrato sexual aflora en todas las clases sociales, tiene relevancia en los sectores más populares, en donde las mafias del turismo sexual los atrapan a través de diferentes métodos que van desde el secuestro y el engaño, pasando por convertirse en “refugio” para niños y niñas desertores de sus hogares (de los que huyen por maltratos y violencias) e incluso convirtiéndose en “alternativa” de niñas y niños que se prostituyen obligados por sus necesidades de sobrevivencia.

No menos destructivo es el canto de sirena del exitismo, la presión cultural que invita por todos los medios a comprarlo todo; la exacerbación de las ofertas de las marcas, que tiene impacto en el proceso de prostitución infantil, pues desencadena la búsqueda desesperada del dinero rápido para comprar y comprar y comprar. Es patética la imagen grabada de las dos niñas, abusadas por Livingston, contando los billetes en el ascensor.

Hay mucho de hipocresía en las voces que se suman a este escándalo, en el anuncio de soluciones express, en los decretos prohibitivos, en las investigaciones exhaustivas.

Lo cierto es que, en lo fundamental, las víctimas no reciben la protección jurídica y, muchas veces, son tratados como criminales. De hecho, están integradas a un círculo vicioso de abuso y explotación que se repite sin cesar y genera efectos letales en sus vidas miserables.

Un análisis de ACNUR expresa que ningún sector de la sociedad – lo repito- ningún sector de la sociedad, puede desentenderse de la responsabilidad de la explotación sexual de los niños y las niñas, pues sus causas son diversas y complejas. Inciden no solo las evidentes injusticias económicas y la inequidad, los fenómenos de migración, la urbanización a gran escala; sino la desintegración familiar, las distorsiones culturales, el relato patriarcal, la discriminación. Todo esto se convierte en el caldo de cultivo de las organizaciones criminales y los proxenetas.

Una sociedad que cohonesta con la práctica brutal de los jerarcas de la Iglesia católica que, frente a las denuncias y pruebas de pedofilia de sus sacerdotes, los “sancionan” trasladándolos a otras parroquias para que sigan delinquiendo, es una sociedad enferma. Ni siquiera con órdenes judiciales son capaces de entregar las listas de los curas pedófilos. Las custodian como secretos de Estado.

Ni qué decir de los excesos probados de muchos de esos mismos jerarcas

El espectáculo del Dalai Lama en un acto público de abril del 2023, besando a un niño en la boca y luego invitándolo a que se chupen las lenguas, pone en evidencia los entresijos de este grave problema.

Jamás habrá una salida si la sociedad asume que puede haber personas u organizaciones cuya “importancia” las exime de responsabilidades por sus actos; si se cree que hay quienes están libres de culpa; si no se entiende que son la movilización ciudadana, la tolerancia cero, el rechazo social, la participación comprometida en la denuncia y sanción a estas prácticas, las que determinan el principio de la solución.

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24 respuestas a «Dejad que los niños vayan a ellos…»

Gracias. Mi estimado escritor, ojo con ese verbo haber. Cuando va acompañado de un sustantivo, en este caso, se escribe: “puede haber personas”.
Agrego: El modelo neoliberal ha hecho de Medellín una ciudad degradante en todos sus aspectos. No hay barranco que detenga esta desgracia aún.

Hola Wilmar. Gracias por tu amable corrección. Lo arreglaré de inmediato. Gracias también por leer y comentar.

Los primeros criminales responsables del comercio de niños son todos los ciudadanos que se niegan a pagar sueldos justos y proporcionar condiciones de vida digna a sus conciudadanos, obligando a padres y madres desesperados a dejarlos en la calle sin oportunidades.
En los países nórdicos se ha hecho un esfuerzo politico económico para superar eso no sin llegar a contradicciones extrañas con el sistema llamado Barnevernet que en muchas ocasiones es acusado de quitar los hijos a los padres para entregarlos a extraños..

Lo de la Iglesia católica ( y todas las demás..) claramente nos informa del papel de “ materia prima descartable..” que tiene la sociedad humana para esa estructura de poder cuyo único valor primario es la finca Raiz.

Hola Eduardo. Creo contigo que el tema de las religiones convertidas en estructuras elitistas de poder, le ha hecho mucho daño a la sociedad. Muchas gracias por leer.

Excelente analisis, buen marco para proponer alternativas de autocuidado, vigilancia y pronta respuesta de las autoridades.
Falta desarrollo de valores humanos y ciudadanos, basados en el amor, el respeto al otro, derechos y debereres de padres e hijos y en general una recomposicion de lo que es la familia.

Buenos dias Gerardo. Muchas gracias por tu comentario y tu lectura. El tema del respeto podría convertirse en la columna vertebral de esta lucha.

Existe en nuestra sociedad, en los politicos un doble rasero, estoy seguro que si le pregunta a abudinen sobre estos temas se escandaliz y codena con vehemesncia pero ella y TODOS LOS POLITICOS contribuyen a esto se rban la palta de la educacion y de TODO, los jovenes no tienen oportunidades mire a otro lado cuantos salen del pais con especializaciones alimpiar baños, sociedad mentirosa falsa e hipocrita

Existe en nuestra sociedad, en los politicos un doble rasero, estoy seguro que si le pregunta a abudinen sobre estos temas se escandaliza y condena con vehemencia pero ella y TODOS LOS POLITICOS contribuyen a esto se roban la plata de la educacion y de TODO, los jovenes no tienen oportunidades mire a otro lado cuantos salen del pais con especializaciones a limpiar baños, sociedad mentirosa falsa e hipocrita

Hola Jesus, muchas gracias por tu lectura. Lo que dices es cierto, reafirma la sentencia de la ACNUR en el sentido de que nadiepuede eludir la responsabilidad que tiene en este flagelo.

Muy buena columna…. Triste si… como todo lo que empezó en Antioquia la violencia hacia el norte a sangre y fuego y para el sur con la religión… y que decir del narcotráfico… y el sectarismo político que acabó con la democracia…. Muchos males tolerados por la gente de bien…

Hola Helena. Muchas gracias por leer. Estoy de acuerdo contigo. Es una suma de sucesos, excesos e incoherencias que parecen dirigidas conscientemente a desencadenar una tormenta perfecta.

En Montelibano (Cesar), dónde opera la mina de Cerromatoso, la prostitución infantil está tan normalizada, que son las madres y familiares de las menores quienes las motivan a ir a buscar clientes, tan es así que no existe ninguna restricción de ingreso de menores a los hoteles de la zona, hasta los familiares las recogen en moto.

Es impactante tu relato William. Muchas gracias por leer y comentar. Lo de Montelíbano no es la excepción sino la regla. La descomposición es total.

Mucho recuerdo cuando le dábamos”coco” por la sacristía al capellán del colegio. El hombre era feliz “mandándonos la mano”. Por fin lo detectaron y su comunidad lo devolvió para Alemania tras el escándalo. En otros colegios religiosos, los hermanos tocones tenían curiosos apodos: El hermano “Taladro” y el hermano “Clavo”, entre los más populares, también el hermano “Piernón”. Cosas del oficio, al parecer. Esa vida de hombres solos es complicada, máxime cuando muchos en confesión, escuchan las extravagancias sexuales de los feligreses.
Lo demás es un negocio que alimenta las bajas pasiones, por lo demás muy lucrativo: islas, hoteles y tours – incluyendo niñas- para políticos y millonarios.
Todos tan lindos, pagadores de diezmos y guardianes de la “moral”. Siempre me pica el primo de “Nora los niños y yo” Silva Bickenbach, el ladrón del petróleo. A lo mejor también estuvo en la isla de rumba con Andrecito…
Fico ya prohibió la prostitución! Como también creyó que tumbando el Edificio Mónaco con festín y concierto incluidos para Juan Gómez y amigos, había acabado con el narcotráfico.
Y le comemos cuento.

Juan Fernando, muchas gracias por tu lectura y comentario. Esas anécdotas de la infancia y la vida del colegio, dan una idea clara del peligro que representan los curas pederastas.

Los “puteros pedofilos” son abominables, Epstein al menos tuvo la “gallardía” de suicidarse, otros, como un expresidente colombiano, hijo de otro expresidente espurio, e inculpado de pertenecer al círculo de ese detestable pedofilo de Epstein, sigue ahí como si nada. Otro alto miembro de la sociedad colombiana ya fallecido, monseñor Alfonso López Trujillo, alias “Tru Hitler”, fue otro despreciable pedófilo según se revela en el libro Sodoma. Son muchos los puteros pedófilos de la hipócrita alta sociedad señalados de ejercer esas criminales prácticas sexuales con menores de edad. En la campaña pasada circularon unos vídeos (que parecen genuinos) que muestran a un candidato a la alcaldía de Medellín seduciendo una colegiala. Estamos jodidos si quienes debieran dar ejemplo son los peores pederastas. Predican pero no aplican.

Los “puteros pedofilos” son abominables, Epstein al menos tuvo la “gallardía” de suicidarse, otros, como un expresidente colombiano, hijo de otro expresidente espurio, e inculpado de pertenecer al círculo de ese detestable pedofilo de Epstein, sigue ahí como si nada. Otro alto miembro de la sociedad colombiana ya fallecido, monseñor Alfonso López Trujillo, alias “Tru Hitler”, fue otro despreciable pedófilo según se revela en el libro Sodoma. Son muchos los puteros pedófilos de la hipócrita alta sociedad señalados de ejercer esas criminales prácticas sexuales con menores de edad. En la campaña pasada circularon unos vídeos (que parecen genuinos) que muestran a un candidato a la alcaldía de Medellín seduciendo una colegiala. Estamos jodidos si quienes debieran dar ejemplo son los peores pederastas. Predican pero no aplican.

Hola Edgar. Tus ejemplos reafirman la idea expuesta en la columna. Muchas gracias por tu lectura y comentario.

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