Categorías
Al Alberto

Ese marica no merece vivir…

Por Alberto Morales Gutiérrez

No pareciera que la agresividad de este título dialogara con las prédicas que el catolicismo ha difundido por estos días de celebraciones “santas”. Pero, la verdad es que hoy es una fecha más que pertinente para pensar en estos temas de la espada agresora y de la vocación de exterminar a quien no piensa igual; porque la historia ha demostrado que se trata de temas integrados al ADN de la fe cristiana.

No olvide usted la obsesión pontificia desplegada entre los años 1096 y 1291 de nuestra era, por luchar a muerte contra “los herejes”, a través de nueve grandes cruzadas. Una barbarie a la que se dio el pomposo nombre de “guerras santas”. Ocho de esas cruzadas las perdieron.

Es paradójico que el  balance histórico se haya inclinado a favor de Saladino, el gran sultán de Siria y Egipto que, no solo los derrotó, sino que su erudición, sabiduría y humanismo, le generó incluso la admiración y el respeto de sus agresores y adversarios.

En los últimos dos mil años de la historia de la civilización occidental, se han dedicado a enseñarnos que “los herejes” son los otros, los que no son como yo, los que piensan distinto, los que actúan distinto, los que no representan mi verdad.

En esta perspectiva, “los herejes” que no se arrepienten, que no cambian, que no adoptan mi creencia, deben ser eliminados. Podré desaparecerlos sin cometer pecado alguno, ya en la hoguera, ya atravesados por mis flechas sagradas, ya fusilados con mis rifles bendecidos, ya ahorcados o lapidados. El método no es lo importante, lo importante es el castigo por su herejía.

La Inquisición, esa otra máquina de terror concebida para defender la fe cristiana, abundó de igual manera en desafueros, torturas y asesinatos sin fin, a lo largo de siglos. Todo está documentado.

El crimen atroz del que fue víctima Sara Millerey González Borja; los suplicios a que fue sometida; la sevicia de la tortura infligida; la difusión desalmada de su agonía por las redes sociales; la indiferencia de los espectadores y los internautas; constituyen una muestra vergonzosa de la manera como se nos ha enseñado que debemos actuar con “el hereje”, con el que es diferente a nosotros.

Sara Millerey es una víctima que ha tenido gran resonancia mediática, pero la crueldad ejercida sobre ella no es una novedad, ni es la única que ha ocurrido. En términos estadísticos, este año han asesinado cada tres días a una mujer trans en Colombia No debe extrañar a nadie que el mas alto porcentaje haya ocurrido en Antioquia, la cuna de la “gente de bien”, el territorio en donde “los buenos somos más”.

Es de público conocimiento el afecto y apoyo de su santidad Pio XII al régimen nazi, el mismo que persiguió con sevicia a los homosexuales. De hecho, aplicando el párrafo 175 del código penal alemán, Hitler detuvo, torturó, encarceló y envió a los campos de concentración a más de 15.000 hombres gay que, para variar, eran marcados con un triángulo de color rosa muy visible en su uniforme del campo.

El periodista Frédéric Martel escribió un libro: “Sodoma, poder y escándalo en El Vaticano” (Editorial Roca 2019. Madrid) en donde afirma que el 80% de los miembros del clero católico romano que trabaja en la “Santa Sede”, son homosexuales. No olvide usted que las bacanales del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo en Roma, con seminaristas y jóvenes sacerdotes, fueron festines inocultables.

A no dudarlo, la incoherencia ha sido una práctica enseñada por la Iglesia católica a lo largo de centenares y centenares de años. Una enseñanza incontrovertible practicada de manera sistemática, con el lenguaje del ejemplo.

Aunque en términos culturales y sociales la homosexualidad masculina y la condición transgénero sufren estigmatizaciones globales, también persiste una persecución institucional en 67 países y dos territorios del planeta, en donde es legal tanto proscribirlos como sancionarlas, con castigos “que van desde unos pocos meses de prisión hasta la pena de muerte”.

Hay hoy, una discusión alrededor de la palabra “transfobia”. Ocurre que las fobias son trastornos de ansiedad, son miedos y son disfunciones psicológicas. Así, definir la aversión a las personas trans y a los homosexuales como una fobia, no es precisamente correcto. Ha surgido la palabra “transmisia” que adopta la acepción griega “misia” cuya traducción es odio. Sí, es un odio hacia las personas trans y a los homosexuales, en la misma lógica del odio al hereje, odio al otro, odio al diferente.

He hecho referencia a la Iglesia católica por el innegable poder que ostentó durante milenios, pero es evidente que ella heredó a su vez de otras culturas, la aversión al otro.

Esa distinción milenaria entre lo que somos “nosotros”, la manera como pensamos “nosotros” y lo que son “ellos” y lo que piensan “ellos”, es más antigua que la cristiandad. Los esclavos y las mujeres en la Grecia antigua y en la Roma antigua, por ejemplo, eran “otros”, aunque hicieran parte de la misma cultura. Establecer rangos, crear posiciones de inferioridad, regodearse con el ejercicio de la dominación, constituye un sello de la sociedad clásica. Es bien sabido que las guerras se asumían siempre como una confrontación entre nosotros y los otros. Los otros eran siempre, unos “bárbaros”.

Es entendible que el tema de “los otros” haya sido materia obligada de la filosofía y de otras ciencias sociales…la antropología, la psicología.

Hegel lo explicó de manera brillante. Es célebre su frase “cada conciencia persigue la muerte del otro”. Una frase que es explicada en la perspectiva de lo que él denomina el desarrollo de la conciencia. Así, pareciera normal que el individuo en su búsqueda de reconocimiento y autoconciencia, puede ver en el otro una amenaza para su existencia. La negación del otro, del desconocido, puede estar ligada al instinto de conservación. Pero, el proceso de desarrollo de la conciencia permite, según Hegel, descubrir una cosa extraordinaria: que la autoconciencia, el saber quién soy yo, solo es posible a través del reconocimiento mutuo entre el yo y el otro; solo puede ser posible en la relación con el otro.

La destrucción del otro se ha exacerbado en la modernidad. Las nuevas tecnologías han venido consolidando una especie de insensibilidad hacia el otro. La abrumadora descarga de noticias, segundo a segundo, sobre las tragedias diarias de esta humanidad perdida; las masacres, la barbarie, el hambre, la violencia; rebasan todos los límites, y entonces, superados los umbrales que permitirían una mirada crítica, o que generarían cualquier tipo de análisis; ha desencadenado, por el contrario, una “desensibilización” colectiva, la desaparición de la empatía, un desconocimiento total sobre el sufrimiento de los otros.

La reacción parece incomprensible. Es un contraste en el que se exacerba no solo el narcisismo, sino la idea absurda de que, yo y solo yo, tengo derecho a todo. De allí la generalización de la intolerancia absoluta. Reaccionamos como zombis.

La conclusión dolorosa de los comportamientos generalizados en el mundo contemporáneo, es la evidencia de una “erosión total de la civilidad, la decencia y la compasión”. Se ha marchitado el humanismo. Esa condición esencial de nuestra naturaleza, amenaza con desaparecer.

Nunca como hoy, se ha hecho más urgente el abordaje de un proyecto humanidad.

Compartir

28 respuestas a «Ese marica no merece vivir…»

Muy pormenorizada condena a la actuación de la Iglesia católica en tiempos de cruzadas e inquisición pero se te olvidó el elefante en la habitación: los países musulmanes hoy ahorcan a los homosexuales y su” inocente “ religión está masacrando cristianos a diario solo por serlo, por el odio inmisericorde al que es distinto. Siria es el último ejemplo.

Hola María del Mar, muchas gracias. La lista de la intemperancia y el fanatismo y el odio al “hereje” es larga y ancha. No todos cabían en la columna. Tu aporte es muy pertinente.

Hay que averiguar si l@ mataron por marica o fué por algo muy distinto. El barrio donde vivía no es muy “non sancto” hay rumores de las actividades de la/él occis@.

Eduardo, tengo una curiosidad. ¿Tú piensas que las causas de la atrocidad contra Sandra darían pie a otra consideración sobre ese hecho aterrador?

Si. Por eso escribí lo que escribí. Es que nos dejamos llevar por los titulares y nunca levantamos las enjalmas y así no podemos ver las maduras.

Gracias por tu confirmación Eduardo. Pensamos diferente. No creo que haya una circunstancia que justifique la atrocidad de ese crimen. Ninguna circunstancia justifica la barbarie.

Adolfo Hitler es solo una excusa una figura literaria que ayuda a ocultar la responsabilidad general, a hacerle el quite a la culpabilidad que se debe asumir a la reeducacion que se debió llevar a cabo pero no se logró. Hoy estamos en la misma ruta.
Antioquia tambien ha permanecido en la misma negación y la iglesia colabora alimentando esa creencia y manteniendo esa actitud…hace pocos días un gran gerarca de esa iglesia declaraba que la tal consulta popular era improcedente y no convenía..!!!
Metiendose en politica y además expresando la vision del conaervatismo obtuso y castrador….como si la historia reciente colombiana no fuera suficiente….
La guerra de los mil dias esta mas presente que nunca..!

Hola Eduardo. Gracias por leer y comentar. Tienes razón. Hay que trabajar en la responsabilidad que tenemos todos. De nuestra actitud por el reconocimiento de los otros, los diferentes, los que no piensan como nosotros, dependerá que podamos transitar por los caminos del humanismo.

Excelente columna y punto sobre: la i o la y dedde la filología moderna. Las creencias religiones se abrogan derechos inalienables de toda persona. El artículo es todo un tiro al blanco. Gracia amigo por decirlo y transmitirlo para que no muera la esperanza por marchitamientos similes.

Desde tiempos inmemoriales han existido los “Herejes” y a esos hay que exterminar.
Échese un repaso por la política y la economía haber si los encuentra…

Los inocentes muertos en Colombia a cargo de los grupos violentos eran Herejes de que?

Lo que es bueno para unos es malo para otros

Encasillar el tema solamente en la iglesia católica con sus desafueros es un despropósito

Jesucristo predicó la verdad pero había que matarlo por hereje.

Y su verdad era un proyecto de Humanidad como termina el comentario

Y entonces???

Hola Carlos Arturo. Pretendía explicar que el tema del mundo contemporáneo es nuestra incapacidad de ver al “otro”, al que es diferente y no piensa y actúa como yo pienso y actúo. La referencia al hereje y al bárbaro es porque esas dos expresiones sintetizan al otro. Digo que esa intemperancia es producto de una enseñanza de miles de años. Digo que las “guerras santas” o La Inquisición son pruebas de ello, pero también me remonto a las culturas griega y romana y a las primeras sociedades. Me conmocionó el caso de Sara y lo explico desde esa perspectiva. Era eso y sólo eso…

Si, he leído que esa persona robaba a gente de la calle; bajo ninguna presunción ha debido soportar la sevicia con que fue atacada. Muy triste una sociedad tan corrupta y falta de valores.
Es muy difícil tener esperanzas ante tanta barbarie mundial. Gracias don Alberto por intentar que no normalicemos la infamia en todos los ámbitos.

Como que se siente vergüenza o da pena de ser humano con todo esta ‘descomposicion social’ donde al que es o piensa diferente al otro hay que eliminarlo.

Todo el día estamos escuchando de crímenes, masacres, violaciones genocidios, guerras y robos, como característica cotidiana del trasiego humano. Eso es lo que somos: asesinos y ladrones que nos hemos educado y que encontramos en la pausa de las guerras los instantes adecuados para expresarnos con toda la “libertad”.
“Libertad y humanidad”, he ahí los dos conceptos que unimos y plasmamos como un aliento de esperanza. Esperanza no para considerar al otro como sujeto de compasión, admiración y respeto, puesto que no vemos la hora de infringir el daño de la envidia, el sufrimiento físico o la aniquilación – la historia así lo demuestra-
Eso de que nos falta “humanidad” ya es un concepto devaluado: lo que nos hace falta sería ser MENOS HUMANOS.
A nadie le gusta los homosexuales, no nos digamos mentiras, ni refinemos nuestra impronta cultural con poses de superación y sensatez. Nos educamos, es verdad, y logramos en algo aceptar las diferencias, incluso convivir en forma más o menos, armónica a pesar de la pulsion del odio y el rechazo.
El crímen execrable de esta mujer transgénero, pone en evidencia esa condición primaria, eso que nos sigue definiendo como una sociedad violenta, asesina y depravada, eso sí, con múltiples disfraces y máscaras muy bien soportadas.

Juan Fernando. Muy categórica tu reflexión e interpretación de la historia. A mí, en particular, me alimenta mucho pensar en el ser humano y en el humanismo ala manera de lo que plantea Michel Onfray, impregnado de una ética pagana. Me aferro a esa idea para no perder ls esperanza.

Gracias Alberto por la ilustración. Ya pasó el escándalo por Sara y ahora estamos en modo muerte del papá Francisco, a quien tanto alaban, pero quién aparte de la audiencia con la pareja de gay -podria haber invitado también una pareja de lesbianas- pasó de agache frente al creciente nuevo odio contra las personas de la comunidad lbgtiq+. Cada vez que ocurre un crimen de esta naturaleza, al otro día se olvida, hasta el siguiente asesinato. Siempre me queda la pregunta ¿Cómo hacer para romper este círculo perverso?

Hola Rocio. Gracias por participar. Pienso contigo que ese olvido es el resultado de la estrategia intencional que busca acabar con el pensamiento. La entronización de las Fake News, la exacerbación de la información, la enajenación con las redes, la banalización de la sociedad y de la vida. Pienso y pienso en eso. Hablo de un Proyecto Humanidad. Si no empezamos a reaccionar, a buscar alternativas, la naturaleza humana, el humanismo, va a desaparecer.

Excelente columna. Muy de acuerdo con que ninguna circunstancia justifica la atrocidad que se cometió contra Millerey; ese crimen fue de una crueldad y vileza tal que solo almas viles y crueles pueden suponer justificación alguna. Nada que hacer con algunos fachos que, desafortunadamente ,por aquí rondan.

Hola Edgar, muchas gracias. No dejo de pensar en que se trata de un reflejo de la decadencia de nuestra sociedad y el agonizar del humanismo.

Responder a alberto Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *