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Duque: un caso clínico, patético…

Pero lo más doloroso y devastador para su empobrecido ego, será el rechazo constante en todos los escenarios públicos; la manera como será desnudada su vulgaridad rampante; su incapacidad para escapar a la condición de haber sido hasta el momento, el presidente más mediocre en la historia del país.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Solo faltan siete días para que expire, por fin, el mandato de Iván Duque. Fueron cuatro años trágicos para este país abandonado por todos los dioses.

De principio a fin, hasta el último segundo, Duque se dedicó, con extraña persistencia, a configurar una imagen de ineptitud rayana en la estupidez, que lo convirtió en una caricatura delirante, tanto en los escenarios nacionales, como en los escenarios internacionales.  

Mire nada más que hace escasas setenta y dos  horas, el flamante “mandatario” se apresuró a viajar a Patillal para disfrutar de una parranda vallenata y, mientras cantaba con entusiasmo, ajeno a cualquier sentido de la realidad, el Clan del Golfo persistía en el asesinato selectivo de patrulleras y patrulleros de la policía, sin dar descanso a esa siniestra operación pistola que aún no se detiene.

Su discurso en el Congreso el pasado 20 de julio, es una pieza hilarante que desencadenó un abucheo feroz, en la medida en la que destacaba logros inexistentes. – ¡Mentiroso, mentiroso! – le gritaban los asistentes, en un hecho sin precedentes en la historia nacional.

Sonaba incluso irrespetuoso, que hablara sin sonrojarse de haber creado una política pública para proteger a los líderes sociales y garantizar su defensa de los Derechos Humanos, mientras el país observaba atónito las escandalosas cifras de asesinatos de esos líderes que caían abatidos, aún mientras Duque hablaba.

Y, como describiendo a otro gobierno y a otro país, vociferaba sobre sus “logros” en la consolidación de la lucha contra el hambre y la pobreza o, ya en el colmo de la desfachatez, sosteniendo que “los jóvenes que lideraron las protestas callejeras de 2021 en contra del gobierno, fueron beneficiados con programas de empleo formal y otras iniciativas”. Por la misma fecha del discurso, se conocían detalles del asesinato de algunos de esos líderes por las fuerzas policiales, en los tiempos de las protestas.

El inolvidable José Saramago escribió en el 2004 un magnífico prólogo al texto de James Hatfield, El Nerón del siglo XXI, reconocido como la mejor y más contundente biografía de George W. Bush. Es, en ese prólogo, que Saramago inaugura su descripción de la “Edad de la Mentira”, cuyo eje argumental gira en torno a la manera como la mentira, se ha apoderado de las prácticas políticas contemporáneas.

Al describir a Bush parece describir a Duque: “…inteligencia mediocre, ignorancia abisal, expresión verbal permanentemente atraída por la irresistible tentación del disparate” y agrega “él sabe que miente, sabe que nosotros sabemos que está mintiendo, pero, por pertenecer a la tipología de comportamiento del mentiroso compulsivo, seguirá mintiendo aunque tenga delante de los ojos la más desnuda de las verdades, repetirá la mentira incluso después de que la verdad le haya estallado ante su mismo rostro”.

Y es que en Duque se configura toda la patología asociada a lo que la ciencia ha definido como la pseudología fantástica, el trastorno psicológico conocido como mitomanía, en la que el sujeto miente de forma repetitiva para distorsionar la realidad y crear un mundo paralelo, en el que habita.

Hay un trabajo realizado por un grupo de psiquiatras, liderado por la profesora María Priscila Vargas Melero, en el que se hace una descripción precisa sobre la pseudología fantástica, y de verdad que todo encaja en la compleja personalidad del lamentable Iván Duque.

Refieren que una de las características de esa patología, es la de “mentir de modo fluido con aires de grandiosidad”. Se trata de una compleja elaboración psíquica en la que el paciente se esmera por “crear” un personaje que sea más aceptado por la sociedad. El caso es tanto más patético, dado que, en un principio, el paciente es conocedor de sus mentiras, pero poco a poco las va incorporando a su ser, de manera tal que, no solo termina aceptándolas, sino integrándolas a su propia realidad, condenándose a sí mismo a vivir por y para la mentira. Eso explica que el pobre Duque, de vez en cuando, suelte a los medios sus aspiraciones: tal vez vaya a ser presidente del Banco Mundial, quizás dirija las Naciones Unidas, acaso empiece a ser parte de la Corte Penal Internacional o clamen para que dirija el Banco Interamericano de Desarrollo. Y así, de delirio en delirio, cuando la verdad es que sus dotes reales apenas le dan para ser un saltimbanqui.

Duque, luego del 7 de agosto, va a empezar a transitar por un infierno. No solo tendrá que soportar el dedo acusador de sus copartidarios, que lo culparán de haber permitido que no fueran ellos los que continuaran en el poder; sino que tendrá que enfrentar, sin duda alguna, las serias acusaciones de la justicia nacional e internacional, por sus muy comprometedoras participaciones en hechos dolosos contra el erario, y su escandaloso enriquecimiento mientras estuvo al frente del gobierno. Es francamente delicado el desfalco con los recursos internacionales entregados para apoyar la paz.

Pero lo más doloroso y devastador para su empobrecido ego, será el rechazo constante en todos los escenarios públicos; la manera como será desnudada su vulgaridad rampante; su incapacidad para escapar a la condición de haber sido hasta el momento, el presidente más mediocre en la historia del país; la mirada inquisidora de las personalidades que, a nivel mundial, ya no tendrán que fingir por el hecho de estar ante el “gobernante” de un país, sino ante el personajillo oscuro que realmente es: el tonto pretensioso que perdió el sentido de las proporciones y que llegó a ese cargo bendecido por otro personaje siniestro, a cuya historia de maldad y de sangre, quedará adherido para siempre.

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22 respuestas a «Duque: un caso clínico, patético…»

Es increíble la desfachatez con que se manifiesta el odio, odio porque si, porque somos revolucionarios( de Poce), odio desmedido porque hay que odiar, no Alberto las cosas no son así, A los líderes sociales los matan sus antiguos jefes, a los POLICIAS los matan los del clan del golfo desesperados por los golpes que les da la policía y el ejército y los matan a traición, respaldados por el próximo gobierno que ya les prometió indulto, o no ha visto las entrevistas de el asesino, delincuente y gusano por siempre nombrado Petro. No es justo que los de la izquierda no vean el desarrollo del país, a pesar de las dos pandemias que enfrentó El Presidente Duque, por un lado la covid del que no se tenia ninguna referencia y por el otro la abrirá e irresponsable plaga de la izquierda morbosa y ardiente que invade al país de odio y destrucción ( mire para los lados Alberto), la vida no es lo que imaginamos , la vida es la que vivimos y como yo que como usted lo sabe nací en un lugar y hogar pobre, logré (com mi trabajo) una vida tranquila y estable hay millones de Colombianos, verracos y trabajadores que no esperamos migajas de nadie, llora usted mucho por los líderes sociales y pasa por alto, con la cabeza gacha todos los policías y civiles que han matado los narco guerrilleros o cree usted que estos muertos son de las clases sociales altas y medias, dónde usted siempre ha querido vivir, aprovechando este sistema “odiosamene” capitalista, Alberto, usted escribe muy bacanos, porque en vez de utilizar ese don en comentar la guerra no hace novela, o dramaturgia que soy testigo de que lo hacemuy bien

En serio Omar, describimos al otro cómo nos vemos en el otro. Esto en alusión a subjetividad y apegues violentos naturalizados. Feliz día.

Le faltó decir que fue un pelele de Donald Trump, y que fracasó en sus
delirios de querer derrocar al presidente legítimo de Venezuela Nicolás Maduro Moros.

Gracias Wilmar, por leer. Faltó eso y mucho más. Sus desastres son por centenares. Tenía que escoger.

Fiel retrato, aunque bondadoso. No es el más mediocre, es el peor en la historia de este pais

Pastrana no se queda atras. Que pelele tan completo. No se paso sino viajando y entregando el pais

Duele en el alma tu maravillosa descripción. Este país, definitivamente, es muy resiliente para aguantar tanta infamia.

En realidad el peor, ganó por unas milésimas pero ganó, el gasto para, mejorar su imagen fue descomunal e inservible

Excelente Alberto, nunca había leído algo tan bueno, real y contundente, sus comentarios nos enriquecen

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