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De puteros y otros tipos de varones…

Golay refiere que “el cliente es quien inicia, sostiene, refuerza y promueve” el engranaje prostitucional. Sin puteros las putas no existen. En honor a la verdad, también sin puteras, los putos no existen.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Como si se tratara de un hecho intrascendente, escribí la semana anterior que un senador de la República protagonizó en Cartagena tremendo escándalo, porque no lo dejaron entrar al hotel “acompañado de una joven que le había ofrecido servicios sexuales”. Lo escribí así de simple, muy concentrado en otras variables del escándalo, sin entender que estaba naturalizando el tema de la oferta de los servicios de la joven.

A través de las redes, recibí críticas en el sentido de que mi afirmación despojaba a esa transacción del carácter inhumano y del horror que subyace en ella. Creo que   las críticas tienen toda la razón.

Hay una afirmación que, ahora que estoy pensando en este tema, ha hecho mucho daño: “la prostitución es el oficio más viejo del mundo”.

Expresarlo así, desfigura un aspecto esencial del análisis porque, conforme lo expresa Isabe Golay (1983) la verdad es que la prostitución es la forma de violencia más antigua.

La prostitución, como usted ya lo sabe, no es un acto solitario. No es una actividad meramente femenina, no. Hay un protagonista que ha sido invisibilizado en el relato, que siempre está oculto, no se habla de él: el varón que paga, el que compra el cuerpo de la mujer para satisfacer su instinto. Golay refiere que “el cliente es quien inicia, sostiene, refuerza y promueve” el engranaje prostitucional. Sin puteros las putas no existen. En honor a la verdad, también sin puteras, los putos no existen.

Lo objetivo es que ese engranaje, ese sistema instaurado, que le da forma y le da legitimidad al pago de unos clientes que son mayoritariamente hombres, por el acceso al sexo y al cuerpo de otros seres humanos (mujeres y varones adultos, adolescentes de uno y otro sexo, niñas y niños) es, por donde se le mire, un engranaje de explotación. 

Pero, extrañamente, esa práctica está naturalizada, de la misma manera en que se han naturalizado la corrupción, la guerra, la inequidad, la pobreza. ¿No ha escuchado usted ese exabrupto de que “los pobres son pobres porque quieren”?

Para quienes ven la prostitución como el oficio más viejo del mundo, no existen los y las proxenetas, los chulos, el tráfico de personas, las prácticas de engaño que se ejercen contra mujeres indefensas, obligadas a traficar con sus cuerpos en las calles. Muy irracionalmente, los puteros asumen que se están relacionando con una “trabajadora” que, incluso, puede llegar a “triunfar” y a ganar mucho dinero para ayudar a su familia. En últimas, se libran de toda consideración porque están haciendo una transacción “legítima”.

Cuando se naturaliza la prostitución, se piensa que ella apareció por generación espontánea, que no hay hechos sociales en la historia que tengan relación con su surgimiento. Se asume entonces que la prostitución ha existido desde siempre y que, en consecuencia, es “natural”. Es el tipo de gente que afirma que la pobreza es natural, que la explotación es natural, que los campesinos son “brutos” por naturaleza, que los negros son “delincuentes” por naturaleza.

Hay una frase de antología que, me parece, ubica esta discusión exactamente en donde es. La pronunció la diputada española Carmen Calvo en un debate parlamentario o quizás en una entrevista, hace dos años, creo. Dijo: “que cada hombre que diga que la prostitución es una profesión, que apunte a su hija a una academia”.

La prostitución no es solo una aterradora forma de violencia, engendrada por el macho de la especie, sino que, de contera, envilece de igual manera a la sexualidad.

Me explico: no pareciera existir discusión en el sentido de que la actividad sexual entre los animales tiene como fin la supervivencia y continuidad de la especie. Ese es el mandato instintivo que entrega la naturaleza.

Una visión meramente biológica o evolucionista de la especie humana, podría mirar su sexualidad, de igual manera, como una respuesta a ese mandato de la naturaleza que garantiza la reproducción de la vida de la especie. Pero, al igual que ocurre con el lenguaje, que no parece responder a las exigencias de ese proceso evolutivo, la sexualidad en la especie humana adquirió unas características diferentes que, tal vez, ayuden de igual manera a dilucidar los interrogantes que surgen cuando se habla de estos temas.

Julius Evola, hace una reflexión sobre el amor sexual, y lo sustenta como una experiencia exclusivamente humana, que puede comprender un conjunto de factores mentales, afectivos, morales e incluso intelectuales, que exceden el ámbito biológico. Explica que, en nuestra especie, “el orgasmo contiene la dimensión trascendente, no individual, de la sexualidad”. Lo que le permite afirmar  que es un error, una falsificación deliberada, denominar al instinto sexual, instinto de reproducción. “La reproducción es un efecto posible de la actividad sexual, pero no está en absoluto, comprendida en la experiencia vívida de la excitación sexual”.

Afirma de manera categórica que la sexualidad humana no es, decididamente, una prolongación de la sexualidad animal.

La embriaguez superior de los amantes -explica- es una frontera que traspasa la voluptuosidad incluso. Es una embriaguez no física, que constituye el trasfondo de todo eros.

Georges Bataille escribió en la década del 70 del siglo XX su Breve historia del erotismo, en donde, desde otra perspectiva, coincide con Julius Evola. Asume que la simple actividad sexual es diferente del erotismo. La actividad sexual se da en la vida animal, pero solo la vida humana muestra una actividad que va más allá y que define el erotismo.

Se trata de una cosa tan trascendental que Bataille plantea un argumento adicional: el resto de las especies animales desconocen de igual manera el erotismo, porque desconocen lo inexorable de su propia muerte, desconocen la muerte. Es por ello que somos la única especie animal que puede llegar incluso, a morirse de amor. No hay que hacer mucho esfuerzo para entender que ese amor- amor, no encuentra en la prostitución terreno abonado. La prostitución es explotación y es, tengo la certeza, un engendro del modelo patriarcal, un producto de su invención de la guerra

Por eso, para nuestra fortuna y para la fortuna del amor, Pablo Neruda grita:

Como el latido de las corolas abiertas

dividiendo la joya futura de la siembra,

¡como el latido de las corolas abiertas!

Empujado por los designios de la tierra

como una ola en el mar hacia ti va mi cuerpo.

Y tú, en tu carne, encierras
las pupilas sedientas con que miraré cuando

estos ojos que tengo se me llenen de tierra…”

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12 respuestas a «De puteros y otros tipos de varones…»

Excelente aclaracion y precisiones con respecto al tema Alberto; que en sí es toda una vaina que oculta lo peor de la especie.

Gracias por leer Juan. Tienes razón, convertir el sexo en un producto comercial, desdice del humanismo.

Que maravillosa columna, así de verdad se transforma la sociedad, rompiendo los esquemas que por años nos han llevado en una inercia que pinta de “natural” o inhumano.
Gracias!!

Karina, gracias a ti, por leer. Estoy de acuerdo contigo: naturalizar la prostitución es naturalizar la explotación.

La Corte Constitucional en dos sentencias ha reconocido la prostitución como un trabajo. El Congreso está en mora de reglamentarlo. Aunque es un tema complejo porque la mayor parte de sus protagonistas lo hacen por necesidad, también es cierto, que suele tratarse con un moralismo tremendo, y ahora, también con un extremismo de género exacerbado. La discusión sobre su legalización o no es muy interesante. Es discutir sobre la libertad y el libre desarrollo de la personalidad. Yo defiendo su legalización porque estoy en contra de las mafias que manejan este negocio corrompiendo e incluso secuestrando menores mientras los Estados miran para otro lado. La prostitución no esta prohibida, pero tampoco está regulada en la mayor parte de países del mundo. En países civilizados como Alemania las personas que se dedican a este oficio son tratadas con respeto, dignidad y gozan de acceso a la seguridad social.

Sobre la sexualidad humana, este es tal vez el punto, que nos recuerda más nuestra proximidad a los animales. No conozco a nadie que le haya ganado una pelea a su libido y mucho menos si se está borracho.

Lo maluco del manejo de estos temas es el tufillo de moralismo con el que suele, no tratarse, si no juzgarse.

Gracias por leer John. Pienso que realmente este no es un tema de moral sino de ética. Es un problema de la entraña de esa condición de “humana” de la que se precia nuestra especie.

Como decia Vargas Llosa en su libro “La civilización del Espectáculo” ” El erotismo es la desanimalizacion del amor físico que lo diferencia del simple acoplamiento carnal, sin misterio, sin gracia, sin pasin… sin amor”

Gracias por leer, Fernando. Estoy de acuerdo contigo, solo nosotros, la especie humana, puede hacer de la cópula una poesía…

Hambre, inasistencia digna en salud, desempleo, falta de oportunidades de progreso…y en general todos los derechos que gobiernos corruptos violan a los miserables, son la principal causa de la formación de guerrilla, terrorismo, paramilitarismo, delincuencia común, prostitución y proxenetismo. Víctimas y victimarios han sido creados por lo que yo llamo “concubinato política-religión”, si la humanidad no cambia, la historia será siempre la misma.

Gracias por leer Gloria. Si, pienso que es imperativo un proyecto humanidad. Trabajar juntos para reconstruirnos.

Alberto… Leo y releo este punto de vista tuyo y encuentro aciertos y a la vez muchos interrogantes… Gracias totales…

Gracias a ti Patri, por leer. Es desde luego un tema complejo y, aún desde el feminismo, resiste múltiples miradas.

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